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Caravaggio, c. 1609. David con la cabeza de Goliat
Caravaggio, c. 1609. David con la cabeza de Goliat
Imagen obtenida de: https://es.wikipedia.org/wiki/David_con_la_cabeza_de_Goliat
El mal de la banalidad
Por Eduardo M�ller
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Parece necesario repensar la idea de la banalizaci�n m�s all� de lo banal. M�s all� de lo expl�citamente banal. Diferenciarlo, por ejemplo, de la tinellizaci�n, de lo trivial de la televisi�n. M�s bien pensarlo como una operaci�n del lenguaje fruto de una pol�tica dise�ada para producirla. Del�miente miente que algo quedar�, pol�tica del lenguaje del nazismo, se llega con el neoliberalismo al�banaliza, banaliza que nada quedar�.�Una operaci�n del lenguaje que se ahorra el mentir y acude a un mecanismo m�s sofisticado y nada banal. Un proceso por el cual se toma un concepto, se le saca el sentido de modo inadvertido, se lo compara con una idea menor y diferente, y se lo vuelve, por arte de magia banalizadora, en otra cosa.�Banalizar es un proceso lenguajero por el cual se rebaja, se aliviana una palabra hasta vaciarla.

Cuando el Ministro de Educaci�n argentino firm� en el 2017, en �msterdam, un convenio de cooperaci�n en la Casa de Ana Frank dijo que la ni�a holandesa �ten�a sue�os que quedaron truncos en gran parte por una dirigencia que no fue capaz de unir y llevar paz a un mundo que promov�a la intolerancia�. Este procedimiento verbal, para eludir hablar del nazismo, no miente, banaliza. Detr�s de huecas y aparentemente bien intencionadas palabras -que buscan el bien, la realizaci�n de los sue�os de los ni�os, la uni�n de las dirigencias, la paz y la tolerancia- se produce una destrucci�n del pensamiento cr�tico, un ocultamiento de la historia y de una explicaci�n de por qu� esa ni�a fue asesinada. Una banalidad del bien que esconde el modo en que se produjo el mal.

Insisto: se incorpora un concepto o idea, se la banaliza y se la arroja vac�a y vaciada.�La banalizaci�n es un acto de lenguaje, es performativo. Lo importante no es lo que dice sino lo que hace. Es una operaci�n de vaciamiento de la palabra. Se le saca la especificidad a un concepto, se lo compara con un concepto menor, se lo deval�a, se le baja el precio, y despu�s ya no vale nada. Es una comparaci�n debilitante, un todo es igual. Es exactamente lo contrario al pensamiento cr�tico.

Decir que una grave crisis pol�tico-econ�mica es una tormenta no es una mentira, es una banalizaci�n peligrosa. Nadie es responsable de una tormenta y adem�s pasa r�pida. Es un fen�meno de la naturaleza, es decir un fen�meno natural ante lo que no hay nada que hacer m�s que aguantarse y esperar. Decir "mala m�a" no es hacerse responsable de un error sino decir que se hizo una mala jugada en un juego.

Lo que se banaliza es la responsabilidad misma del poder. Como cuando se culpabiliza a otro u otros de los propios errores. La herencia recibida, la sensibilidad de los mercados, la lira turca, el mundo, la crisis de confianza; todos son los culpables de lo que yo no soy responsable sino v�ctima. Y adem�s no soy el responsable de lo que pas�, sino el probable h�roe que viene a solucionar y cambiar todo. No soy el culpable de la tormenta, pero soy el piloto que, si manejo bien, soy h�roe, y si no v�ctima, nunca responsable.

Pero tambi�n hay banalizaci�n en cierta pol�tica de la memoria con respecto a como considerar a los campos de concentraci�n. Llamar ex Esma a la Esma es como llamar ex Auschwitz a Auschwitz. Lo que era ya no es, fue. Plantear que "hay que poner vida donde hubo muerte", es banalizar a la vida y a la muerte. Una suerte de negaci�n man�aca de un lugar en donde se torturaba, mataba y robaba ni�os. Y entonces se hacen cursos de dibujos de modelo "vivo" y realizaci�n de festivales con murga, clowns, danzas, titiriteros, mimos, malabaristas y juegos de kermesse. En vez de mostrar la muerte donde hubo muerte y dejar a esa muerte en su lugar - explicarla, analizarla, se�alar las distintas responsabilidades- se la hace desaparecer.

Se explica ese procedimiento con el argumento de "resignificaci�n". Pero poner vida donde hubo muerte no resignifica nada. M�s bien anula "muerte" e impone man�acamente la palabra "vida". Lo que otros autores llamaron "matar la muerte". Resignificar de verdad no es enterrar significados sino justamente lo contrario. Respetarlos, pensarlos, actualizarlos, aprender a advertirlos. Y el pensamiento cr�tico implica pensar muerte donde hubo muertey pensar, recordar y analizar c�mo fue la previa vida cuando hubo vida.

Pensemos que en Montevideo "Punta Carretas" ya no es el nombre de una c�rcel siniestra por donde pasaron miles de presos pol�ticos sino un lujoso shopping.�Llegando al extremo de lo banal, se ponen marcas internacionales de ropa donde hubo militantes nacionales detenidos. All� donde Pepe Mujica era, Nike supo advenir. El significante "Punta Carretas" fue banalizado, vaciado, "resignificado" y lanzado a ser un nuevo "no lugar" del capitalismo.

El nuevo lenguaje inclusivo es un procedimiento inverso:se inventan palabras a partir de ingeniosos cambios de letras,para nombrar lo que no se nombraba, en una pol�tica de lenguaje que interviene pol�ticamente en la problem�tica del g�nero. Se inventan nuevos nombres para revelar lo velado. Es un intento de incidir en el lenguaje mismo. Cuando se dice "ciudadanes" lo importante no es tanto lo que se dice sino lo que se hace. Un intento de morder la lengua patriarcal. El tiempo dir� si esa lengua prospera, pero lo que ya no va a cambiar es el intento de enriquecerla.La banalizaci�n,en cambio, no inventa nada, m�s bien empobrece la lengua,la superficializa con las palabras que ya hay.

Por eso es fundamental la denuncia pol�tica de los usos del lenguaje. La banalizaci�n produce letargo mental, evita el an�lisis, la lectura, se rinde a lo pobremente imaginario.�Implica la degradaci�n de la palabra, o (nunca mejor dicho) su devaluaci�n.

Pero no s�lo la palabra es banalizada, a veces se juntan varias y se las amontona en una frase hecha. Una frase hecha est� hecha para no pensar. Es en realidad una frase deshecha. Hay en nuestra historia una serie de frases hechas que intervinieron en imponer un nuevo sentido com�n. �Argentina potencia�, �Los argentinos somos derechos y humanos�, �Achicar el estado es agrandar la naci�n�, �S� se puede�, etc. Frases que no dicen pero que hacen.�Y ese hacer consiste justamente en deshacer el pensar y fingirlo con una repetici�n de slogans publicitarios.

Por eso, no s�lo hay una banalizaci�n de la pol�tica, sino algo peor y menos visible: una pol�tica de la banalizaci�n. Lo que se llama antipol�tica no es m�s que eso: una pol�tica que hace uso y abuso de labanalizaci�n. Se desdramatizanlos dramas, se borran las tragedias, se cambian las palabras. Echar a un trabajador es "desvincularlo". Bajar salarios y jubilaciones mientras se suben tarifas y energ�as se llama "ajuste". Eufemismos banalizadores que confunden y disimulanun acto cruel.

Un buen ejemplo para pensar en el buen uso pol�tico y pol�mico en contra de la banalizaci�n es el extraordinario art�culo publicado en El Psicoanal�tico (n�mero 34) de Franco "Bifo" Berardi: "Auschwitz on the beach". Detr�s de una falsa banalizaci�n, como amenaza el t�tulo provocador, se esconde un trabajo cr�tico de verdadera resignificaci�n. Lo que pasa en el Mediterr�neo con los migrantes africanos que huyen del hambre, la guerra y la miseria recuerda, repite con diferencias, lo peor de un genocidio. Los que se ofenden con esa provocaci�n (que provoca para pensar, no para ofender) intentan sostener un concepto como un fetiche inm�vil, �nico y sagrado. Berardi, en cambio, pone ese concepto, Auschwitz, a trabajar. Cuestiona que sea un fen�meno hist�rico �nico e irrepetible. Un monumento en el museo de la historia. En cambio lo piensa en el presente, compara sin devaluar, reflexiona a partir de semejanzas y diferencias. Advierte que huevos de serpiente se pueden ovular en diferentes escenarios y que es imprescindible detectarlos y denunciarlos cuando aparecen.

Parafraseando a Freud: se empieza matando en las palabras y se termina matando en los hechos.


 
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