Eros
El dulce-amargo (*)
Selección de Héctor J. Freire
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Safo fue la primera en llamar a Eros �dulce � amargo�. Nadie que haya estado enamorado se lo discute. �Qu� significa esa expresi�n?

Eros le pareci� a Safo al mismo tiempo una experiencia de placer y dolor. Hay aqu� una contradicci�n y tal vez una paradoja. Percibir este eros puede partir la mente en dos. �Por qu�? Es posible que los componentes de la contradicci�n parezcan, a primera vista, obvios. Damos por hecho, tal como lo hizo Safo, la dulzura del deseo er�tico; su car�cter placentero nos sonr�e. Pero la amargura es menos obvia. Puede que haya varias razones por las que lo que es dulce deber�a tambi�n ser amargo. Puede que haya diversas relaciones entre ambos sabores. Los poetas han resuelto el asunto de diferentes maneras. La formulaci�n de la propia Safo es un buen lugar para empezar a rastrear las posibilidades. El fragmento relevante dice:

Eros una vez m�s afloja mis miembros me lanza a un remolino dulce � amargo, imposible de resistir, criatura sigilosa.

Es dif�cil de traducir. �Dulce � amargo� suena extra�o, pero la versi�n est�ndar en ingl�s bittersweet invierte los t�rminos reales del compuesto de Safo glukupikron. �Deber�a preocuparnos? Si su orden tiene una intenci�n descriptiva, se dice aqu� que el eros provoca dulzura y despu�s amargura en secuencia: Safo ordena las posibilidades cronol�gicamente. Las experiencias de muchos amantes dar�an validez a esa cronolog�a, especialmente en poes�a, donde la mayor parte de los amores terminan mal. Pero es improbable que eso sea lo que dice Safo.

Su poema empieza con una localizaci�n dram�tica de la situaci�n er�tica en el tiempo (deute) y fija la acci�n er�tica en el presente del indicativo (donei). No est� registrando la historia de una relaci�n amorosa sino el instante del deseo. Un momento se tambalea bajo la presi�n del eros; se parte un estado mental.

Es la simultaneidad del placer y el dolor. El aspecto placentero se nombra en primer lugar, podr�amos suponer, porque es menos sorprendente. El �nfasis se pone sobre el otro lado problem�tico del fen�meno, cuyos atributos avanzan como un granizo de consonantes suaves (segundo verso). Eros se mueve o repta sobre su v�ctima desde alg�n lugar fuera de ella: orpeton.

Ninguna batalla sirve para detener ese avance: amachanon. El deseo, entonces, no es habitante ni aliado del deseante. Ajeno a su voluntad, se le impone irresistiblemente desde afuera.

Eros es un enemigo. Su amargura debe ser el gusto de la enemistad. Es decir, algo as� como el odio. �Amar a nuestros amigos y odiar a nuestros enemigos� es, ante un dilema moral, una prescripci�n arcaica convencional.

El amor y el odio construyen entre s� la maquinaria del contacto humano. �Tiene sentido situar ambos polos de este afecto dentro del �nico acontecimiento emocional del eros?



[*] Del libro Eros El dulce � amargo, de Anne Carson. Traducci�n Mirta Rosenberg y Silvina L�pez Medin. Editorial Fiordo, Bs.As. 2015.



 
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