ARTE
OTROS ARTÍCULOS
Sobre el documental: �Ingeniero White, un pueblo que est�n matando�
Por Yago Franco
 
 
 
Caravaggio, c. 1596. Chico mordido por una lagartija.
Caravaggio, c. 1596. Chico mordido por una lagartija 1960.
Imagen obtenida de: https://arthemira.wordpress.com/2015/03/24/remedios-varo-mujer-saliendo-del-psicoanalista/
El mar en el cine
Por Héctor J. Freire
[email protected]

La idea de Motivo Visual
  

Responde en el �mbito del cine a una triple naturaleza: del lado del mundo exterior, del lado de la especificidad del arte cinematogr�fico, y del lado interior y �nico del director.


En este sentido, podr�amos decir del motivo visual lo que Marcel Proust escribi� en El tiempo recobrado, sobre nuestras impresiones: hay un lado que proviene del objeto visto, y otro que procede del interior, lo �ntimo de nosotros mismos. Seg�n Jordi Ball� y Alain Bergala: el cine siempre ha privilegiado motivos visuales afines a su lenguaje y sus aparatos concretos: el espejo, la escalera, el laberinto, la mujer frente a la ventana, la piedad, el desierto, el mar, entre otros. Algunos de estos motivos cinematogr�ficos funcional como una disposici�n visual en la que el espectador puede encontrar emocionalmente, aunque no lo conozca, algo de origen pict�rico.


Utilizando este dispositivo de puesta en escena, el cineasta establece con su p�blico cierta confianza: postula que sabr� experimentar y entender esa forma expresiva como un momento de intensidad concreta en la sucesi�n temporal (yo dir�a narrativa) de la pel�cula.


El espectador, aunque no tenga cultura pict�rica, sabe �leer� el sentido complejo de una mujer en la ventana, de una composici�n tipo �piet�, o la de un caballero que se aleja hacia el horizonte.


Gracias a su dimensi�n narrativa, el cine permite reactivar y renovar determinados motivos que ya antes de �l formaban parte de una tradici�n iconogr�fica.


Adem�s, estos motivos visuales que son recurrentes a lo largo de la Historia del Arte, atraviesan todos los estilos y los g�neros, ya que los encontramos tanto en comedias, tragedias, el policial, la ciencia ficci�n, el western, el drama psicol�gico, etc. O sea, migran, no solo de g�nero, sino de un director a otro, de una �poca a otra.


Algunos directores de cine, incluso, se definen por sus obsesiones, por determinados motivos visuales, �stos se enfatizan a lo largo de su producci�n art�stica, y pasan a ser consustanciales a su po�tica. Como por ejemplo: los insectos en Luis Bu�uel, la casa familiar en Manoel de Oliveira, o por la cabellera femenina, como es el caso de �los cineastas del pelo�: Godard, Bergman o Hitchcock (recordemos el ya famoso rodete de Kim Novak, en V�rtigo).


Estas im�genes (pintura), motivos visuales (cine), tambi�n llevan en s� un potencial no solo escenogr�fico, sino a la vez narrativo, una gran capacidad de �contar�, adem�s de generar nuevas situaciones y nuevos horizontes de expectativas, como son: el laberinto, la monta�a, el desierto o el mar. Este entramado de motivos visuales que acompa�an, como un plus o retribuci�n est�tica y pl�stica al espectador, por lo general siempre terminan enriqueciendo el film.


El t�rmino motivo, viene del verbo latino movere: que tiene la propiedad de mover o produce movimiento, causa de acci�n. Recordemos que el cine b�sicamente, es im�genes en movimiento.


El Mar


Es una obviedad, pero merece no olvidarlo, que el cine no ha inventado el motivo visual del mar. Lo encontramos descripto desde la Odisea de Homero, pasando luego por Lucrecio, donde aparece como una met�fora privilegiada de la ekphrasis, por medio de la cual el lenguaje po�tico intenta enfrentarse a lo indecible, lo inefable de la naturaleza.


La representaci�n del mar, tanto en la pintura como en el cine, obliga a la mirada a reflexionar sobre lo que ocurre cuando una fuerza retuerce la representaci�n. Turner, antes que el cine, mostrar� la importancia del mar, en una econom�a pict�rica en la b�squeda de lo sublime: lo irrepresentable de la representaci�n. En la novela Oc�ano mar (1993), de Alessandro Baricco, uno de los personajes es un pintor de �xito llamado Plasson, que decide abandonar su carrera para dedicarse a pintar un retrato del mar: encontrar los ojos del mar. Lo que lo lleva a la b�squeda de sus or�genes, y donde el mar aparece sobre todo como lienzo en blanco, como si Plasson fuera consciente de la imposibilidad de pintarlo, de representarlo. Como si supiera que, despu�s de todo el mar carece de inicio y de final.


Seg�n el cr�tico �ric Thouvenel, el mar interesa al cine porque se�ala el enigma de un fen�meno frente al cual �la representaci�n� fracasa, y deber dar paso a una �figuraci�n�, lo que permite considerar y mostrar �el poder� de una imagen. Abel Gance lo hab�a entendido bien, porque no dud� en sobreimprimir hasta diecis�is planos distintos de la secuencia de la �doble tempestad del mar� de su film Napole�n (1927). Sab�a �que a la quinta imagen ya no se ver�a nada, pero estaban ah�, y si estaban ah�, lo estaba su potencial�. Pero ser� su amigo Jean Epstein el que sin duda llevar� m�s all� esta utilizaci�n de la tempestad en el mar como expresi�n de las fuerzas latentes del cinemat�grafo. En sus pel�culas Finis Terrae (1929), La mer les corbeaux (1929), L�Or des mers (1932) y sobre todo Le Tempestaire (1947).


Las representaciones del mar llevadas al cine son m�s que ambivalentes, m�s all� de su cl�sico simbolismo: dinamismo y fuente de vida, y espacio donde �sta termina. Como ya lo expresara el poeta Jorge Manrique en sus famosas Coplas por la muerte de su padre:


Nuestras vidas son los r�os que van a dar en la mar, que es el morir�..


Esta ambivalencia del mar la podemos encontrar en la escena final del film de Federico Fellini, La strada (1954) y en Muerte en Venecia (1971) de Luchino Visconti, o en el film de Mankiewicz, La condesa descalza (1954), donde en una escena memorable la protagonista Mar�a Vargas (Ava Gardner) sale del mar cual Afrodita, feliz y sonriente �renace� purificada de su oscuro pasado. El mar tambi�n sugiere la eternidad, el infinito, motivo visual que excede nuestra capacidad racional. El mar como la gran met�fora del viaje. Olas enfurecidas golpeando contra las rocas como espejo de pasiones amorosas e impulsos incontrolados.


Tanto en la literatura como en el cine argentino la tem�tica relacionada con el mar, casi ha sido ignorada -a pesar que uno de los Festivales Internacionales de Cine se lleva a cabo desde 1954 en la Ciudad de Mar del Plata-. Mientras el desierto, la pampa y el r�o, fueron las preocupaciones m�s demandadas que el mar, y en gran medida, determin� no s�lo una �cultura de tierra�, sino tambi�n una pol�tica, como hemos visto con las Malvinas, la Ant�rtida, la pesca y ahora con la tragedia del submarino Ara San Juan.


En el cine el motivo visual del mar, salvo algunas excepciones, casi siempre es visto desde las orillas, desde la tierra. Y cuando se lo trata de representar desde alta mar, es tempestad, cat�strofe y naufragio.


Cierto encantamiento de la gran literatura del siglo XIX y del cine del siglo XX, tienen que ver con la oposici�n de extensiones inabarcables como las figuras del Mar y el Desierto, como fue para nosotros la Pampa: �ese mar sin puertos�, al decir de Borges.


Escenas id�licas, donde los amantes se aman en playas paradis�acas frente al mar. El mar como extensi�n de la creaci�n art�stica. La visi�n del mar, con su inabarcable horizonte, como espacio reflexivo y existencial. El mar como escenario de grandes batallas y aventuras. A prop�sito de esta variedad incompleta de motivos visuales, hay muchos films que nos servir�n de ejemplo. Enumeremos, a manera de breve gu�a sugerida, algunos de los films m�s emblem�ticos y significativos de la historia del cine, conscientes de su limitaci�n, y de la imposibilidad, por cuestiones que exceden este art�culo, de una lista completa que dar�a para m�s de un libro:


Robinson Crusoe (1954) de Luis Bu�uel.

La isla del tesoro (1950) de Byron Haskin.

Moby Dick (1956) de John Huston.

The Cove (2009) de Louie Psihoyos.

Veinte mil leguas de viaje submarino (1907) de George Melies.

Veinte mil leguas de viaje submarino (1954) de Richard Fleischer.

El mundo del silencio (1955) Jaques Cousteau.

El Gran Azul (1988) de Luc Besson.

El viejo y el mar (1990) de Jud Taylor.

Voyage to the Bottom of Sea (1964) Irwin Allen.

Jennie (1948) de William Dieterle.

Los cuatrocientos golpes (1959) de Francois Truffaut.

De aqu� a la eternidad (1953) de Fred Zinnemann.

V�rtigo (1958) de Alfred Hitchcok.

Abismo (1989) de James Cameron.

The House by the Sea (2017) de Robert Gu�diguian.

Breaking the Waves (1996) de Lars von Trier

.

Oc�ans (2009) Jacques Perrin.

The Sailor Who Fell from Grace with the Sea (1976) John Carlino.

La �ltima granja (2004) R�nar R�narsson.

Le Havre (2011) de Aki Kaurismaki.

Los in�tiles (1953) de Federico Fellini.

Amarcord (1973) de Federico Fellini.

El silencio del mar (1947) Jean Pierre Melville.

Escenas frente al mar (1991) de Takeshi Kitano.

El planeta de los simios (1968) de Franklin J. Schaffiner.

The Sea (2013) de Stephen Brown.

Hafio (2002) de Baltasar Korm�kur.

Poema del Mar (1958) de Yuliya Solntseva.

Alamar (2009) de Pedro Gonz�lez Rubio.

The Deep (2012) de Baltasar Korm�kur.

Ondine (2009) de Neil Jordan.

Die Gustloff (2008) de Joseph Vilsmaier.

El que va al mar (2016) de A. Moayerian.

Cartas desde Iwo Jima (2006) de Clint Eastwood.

El viaje hacia el mar (2003) de Guillermo Casanova.

The Call from the Sea (2016) de Taylor McNulty.

El s�ptimo sello (1957) de Ingmar Bergman.

El piano (1993) de Jane Campion.

Y la nave va (1983) de Federico Fellini.

Twister (1996) de Jan de Bont.

El viento (1928) de Victor Sj�str�m.

En el coraz�n del mar (2015) de Ron Howard.

En el fondo del mar (2015) de Joan Pauls.

El fondo del mar (2003) de Dami�n Szifron.





Compartir
subir